viernes, 16 de julio de 2010

Los Cerebros No humanos

A través de toda la historia, los seres humanos han podido intercambiar ideas por medio de la palabra hablada nada más con otros seres humanos. La inteligencia humana tan solo ha existido en nosotros mismos,
y parece que por este motivo somos unos solitarios.
Por lo menos, muchos de los mitos y leyendas antiguos de la humanidad tratan con seres hablantes que no son humanos.
Por ejemplo, en la Biblia hay dos animales que hablan. En el capítulo 3 del Génesis esta la serpiente que habla con Eva y la convence para que coma la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal. En el capítulo 22 del Libro de los Números, la mula sobre la que se transportaba el mago Balam adquirió el poder del habla para protestar por los golpes que recibió al intentar esquivar a un ángel que bloqueaba su camino, ángel que el mismo Balam no podía ver.
En la Iliada de Homero, que los antiguos griegos veneraban al igual que los occidentales modernos veneran a la Biblia, el guerrero griego Aquiles cabalgaba sobre caballos divinos e inmortales. En el poema, cuando se preparaban para la batalla final, uno de los caballos le habló y le advirtió que sobreviviría a la batalla pero que moriría poco tiempo después.
En todo tipo de narraciones folklóricas existen animales que piensan e intercambian ideas al estilo humano, desde los cuentos de los Grimm hasta los del Tío Remo.
Hasta los cuentistas modernos imaginan tales historias, como lo hizo Hugh Lofting en sus libros del Dr. Dolittle, y Richard Adams en su Watership Down.
No tan sólo eso, sino que se han inventado todo tipo de criaturas fantásticas de inteligencia humana y hasta sobrehumana, Se creía que hadas y duendes habitaban la Tierra junto con nosotros. Se pensaba que estábamos rodeados de demonios y ninfas, así como de monstruos de muchos tipos,
No obstante, hoy en día somos escépticos y conscientes de que no hay prueba alguna de ninguna inteligencia que no sea humana alrededor de nosotros. Los animales, en verdad, no hablan. Ni siquiera los loros, que pueden imitar los sonidos humanos, entienden lo que dicen. Los chimpancés y gorilas tienen la posibilidad de comunicar ideas sencillas con el lenguaje de los signos, pero no pueden avanzar mucho en esta dirección. Quizá los delfines tengan un lenguaje propio, pero parece que no tenemos forma alguna de comprenderlo.
Y respecto a espíritus, monstruos, demonios y hadas... ¡es absurdo!
Así, los seres humanos —sus cerebros, las ideas que producen estos cerebros y el habla que comunica estas ideas— están solos en este planeta.
Podría ser que haya otras inteligencias iguales {o hasta superiores) a la nuestra, en otros planetas que giren alrededor de otras estrellas —muchos astrónomos creen que debe haberlas— pero no tenemos prueba  alguna de ello. Si existen inteligencias extraterrestres, no las hemos oído ni detectado (la gente puede hablar de OVNIS y "antiguos astronautas" pero, también, parecen salir del absurdo).
Entonces, ¿estamos condenados para siempre a la soledad intelectual?
No. Porque los seres humanos han comenzado a crear máquinas pensantes; están diseñando cerebros no humanos: están armando dispositivos que representan "inteligencia artificial".
Ya es antigua la idea de que los seres humanos en verdad fabriquen algo que pueda pensar. Existe la leyenda medieval del hombre mecánico hebreo, "Golem", así como el cuento moderno del monstruo creado por el Dr. Frankestein, para no decir nada de los últimos cuentos de ciencia-ficción de todos tipos. Sin embargo, estos tan sólo eran ejercicios de la imaginación.
Charles Babbage fue la primera persona que pensó en una forma legítima de construir una máquina que hiciera algunas cosas que hasta entonces tan sólo podían hacer los seres humanos pensantes. Hace aproximadamente ciento cincuenta años intentó fabricar una máquina que fuera capaz de resolver problemas matemáticos. Desafortunadamente, nada más podía trabajar con dispositivos mecánicos; pequeños rodajes, engranajes, palancas, etcétera. Durante muchos años estuvo haciendo el intento, pero nunca logró que su máquina funcionara como él quería. A la larga se quedó sin dinero y tuvo que abandonar el proyecto.
Sin embargo, en época de la Segunda Guerra Mundial los científicos podían jugar con diseños electrónicos que podían hacer la labor con más rapidez y sutileza que los dispositivos mecánicos. En 1946 se construyó la primera computadora electrónica, ENIAC y desde entonces se han logrado tantos adelantos que dichas computadoras son capaces de realizar operaciones cada vez más complicadas al mismo tiempo que su tamaño va empequeñeciéndose.
A mediados de los años 1970s se hicieron conductores de tamaño prácticamente microscópico (los "semiconductores"), y fue posible tener computadoras muy complejas y muy pequeñas, a tal grado que podían llevarse en el bolsillo. Son tan baratas que casi todo el mundo puede tener una.
Aún más, todo se está computarizando. Estoy escribiendo este artículo en un "procesador de palabras" computarizado. Se están fabricando automóviles por medio de "robots industriales" computarizados. Los niños juegan con "video juegos" computarizados, que en tan sólo un par de años han creado una industria de miles de millones de dólares. ¿Quién sabe a dónde nos conducirá todo esto?
¿Qué sucederá si las computadoras llegan a ser tan inteligentes, por sí mismas, como los seres humanos? ¿O
hasta más inteligentes? Serán como las inteligencias no humanas que nos imaginamos en nuestras leyendas. En ese caso, ¿trabajarán a favor de nosotros o en contra nuestra?
¿Las computadoras avanzadas tratarán de protegernos, del mismo modo que la mula trató de proteger a Balam? ¿O intentarán dañarnos, como la serpiente a Eva? ¿Las computadoras serán duendes útiles o  uendes
malévolos? ¿Hadas buenas o perversos brujos? ¿Ángeles o demonios?
En verdad no lo sabemos, pero podemos imaginarlo por medio de las fantasías de los escritores de  cienciaficción, que son quienes en estos días se desplazan en todas las direcciones de la imaginación.
Parece que el temor general consiste en que las computadoras puedan liberarse del control humano. Bien,
pensemos en ello, ¿En verdad podrían lograrlo? Y si pudieran, ¿cómo evitarlo? Piense en ello ahora, después
lea los cuentos y vuelva a pensar.

Isaac Asimov
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