viernes, 28 de mayo de 2010

Mala Suerte

Todos hemos tenido nuestras épocas malas, pero parece que algunos de nosotros las hemos tenido peores.
Considere el caso de Guillaume Le Gentil, un astrónomo francés que en 1761 quería observar el tránsito de
Venus.
En aquellos días se pensaba que si se hacían observaciones precisas desde diferentes puntos sobre la Tierra
en el momento exacto en que Venus pasara frente al borde del Sol, podría calcularse la distancia exacta entre
ambos. El método resultó ineficaz debido a que la atmósfera de Venus provocaba falta de precisión respecto
al momento exacto del contacto aparente. Pero en 1761 no se sabía, y Le Gentil estaba ansioso por hacer el
intento.
Todavía más, iba a ir a Pondichéry, una población bajo control francés en la India, para poder obtener una
medición lejos de las que iban a hacerse en Europa.
Sin embargo, Francia y la Gran Bretaña estaban en guerra, y precisamente cuando Le Gentil llegó a
Pondichéry, los británicos acababan de tomar la ciudad y no permitieron que anclara la nave francesa.
Le Gentil trató de observar el tránsito a bordo del buque, pero éste se mecía mucho y no había manera de
realizar una medición adecuada. Su largo y desafortunado viaje desde Francia no había servido para nada.
Según se presentan las cosas, los tránsitos de Venus se dan en pares, y el segundo se da ocho años después
del primero. Después es necesario esperar más de un siglo para que se dé otro par. El tránsito de 1761 fue el
primero de un par, e iba a haber otro en 1769.
Le Gentil estaba en posibilidad de tomar un barco de vuelta a Francia y pasar muchos fatigosos meses en
la procelosa mar. Pero en este caso tendría que volver a tomar otro barco y pasar otros fatigosos meses en la
procelosa mar para volver a la India por segunda vez. Así que decidió que no se encararía a otra cosa así, por
lo que prefirió quedarse en la India y esperar ocho años para el segundo tránsito.
No perdió el tiempo, durante esos ocho años aprendió todo lo que pudo respecto a la India y realizó
muchas observaciones en cuanto a la temperatura, mareas, astronomía India antigua, etcétera. También viajó
por todo el sur de Asia. Llegó a Manila en las Filipinas y durante un tiempo se preguntó si debería hacer la
medición del tránsito en este lugar, porque sus cálculos mostraban que desde Manila tendría una visión
magnífica.
Sin embargo, todos los cálculos en Europa se estaban haciendo con la idea de una observación en
Pondichéry, y Le Gentil decidió volver a este lugar (ya que hacía algún tiempo que los británicos la habían
entregado a los franceses) donde ya debería estar listo el 3 de junio de 1769.
Ahí estuvo con todos sus instrumentos perfectamente colocados. En Manila, según resultó, todo el día
estuvo perfectamente despejado. En Pondichéry también estuvo despejado antes del tránsito... y después. Sin
embargo, a la hora exacta del tránsito una oscura nube se interpuso frente al Sol y provocó que la espera de
ocho años fuera absolutamente en vano. Una vez más había perdido Le Gentil.
Desdichado e infeliz volvió a Francia en 1771, después de una ausencia de once años y medio.
Pero no había terminado su mala suerte. Por algún motivo sus mensajes nunca habían llegado a Francia y
sus familiares decidieron que había muerto, dividiéndose a continuación sus propiedades entre ellos mismos.
Le Gentil logró establecer legalmente que estaba vivo, pero no pudo obtener la devolución de su dinero y
tuvo que pagar los costos de los procesos.
Pero no todo estaba perdido. Le Gentil comenzó una nueva vida. Se casó, tuvo una hija, escribió un libro
de dos volúmenes sobre la India, y vivió con mucho éxito otros veintiún años.
Y, después de todo, si hubiera visto los tránsitos, no habrían producido los resultados que él esperaba
debido a la atmósfera venusina.

Isaac Asimov

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